Alba Sud
Nuestros amigos argentinos de Turismo Crítico entrevistan a Marina Cruz-Blasco, antropóloga y licenciada en turismo de origen español afincada en Chile, desde donde trabaja en el ámbito del Turismo Comunitario como coordinadora de proyectos de Travolution.
¿Qué entiende por Turismo Rural Comunitario?
Cuando se trata de dar una definición teórica, coincido con Ruiz y Cantero [1] cuando dicen que el “turismo comunitario es una forma de organizar la actividad turística (no una modalidad de turismo) en la que la comunidad tiene el papel protagonista en su diseño y gestión, y en la que los beneficios obtenidos tienen aplicación, al menos parcial, en ámbitos de interés colectivo.” Una definición así concuerda con las declaraciones de los participantes en el Primer Encuentro de Turismo Comunitario en Chile, que organizamos desde Travolution y el Centro Cultural Rayen Wekeche en noviembre de 2011.
En el Encuentro, la problemática de la definición de la actividad fue una de las abordadas, y lo que quedó muy claro es que debe tratarse de una definición abierta, con el denominador común de tener vocación sustentable y protagonismo de las comunidades. Por ejemplo, un aspecto que es importante señalar es que el Turismo Comunitario no tiene por qué limitarse al ámbito rural, aunque es cierto que hasta ahora la mayoría de iniciativas se dan en contextos no urbanos. Por otra parte, está claro que algo tan abarcante plantea el desafío de ser ajustado a cada caso concreto sin traicionar su esencia y convertirse sin más en una moda, una etiqueta vacía… Junto con las comunidades, estamos tratando de dar los pasos adecuados en este sentido.
¿Entiende que el Turismo Comunitario ha contribuido a revertir en alguna medida el éxodo rural?
Las experiencias de Turismo Comunitario son por general bastante recientes, por lo que no sería prudente afirmar aún que ha contribuido a contrarrestar el éxodo rural, y mucho menos a revertirlo. Sin embargo, cuando se desarrolla bajo parámetros de sustentabilidad, el Turismo Comunitario puede de hecho beneficiar a un territorio y a sus gentes, por ejemplo, creando una fuente de ingresos complementaria que les evite emigrar. Pero, en mi opinión, el Turismo Comunitario y las grandes cifras no se llevan bien: es necesario dimensionar adecuadamente el impacto económico de este tipo de iniciativas ya que, aun en el caso de que logren insertarse con éxito en el mercado, no generarán grandes ingresos en términos absolutos y serán sostenibles en la medida en que se mantenga la pequeña escala.
¿Cree que puede beneficiar a las comunidades en su permanencia en el tiempo como grupo social organizado?
Turismo y movimientos de etnogénesis y de revitalización étnica se están dando a menudo de la mano, de lo que cabría deducir que las propias comunidades ven el turismo como una herramienta a través de la cual visibilizar sus señas identitarias, reforzar el sentido de pertenencia de sus miembros, o hacer reivindicaciones en ámbitos que transcienden lo turístico. En este sentido, sí creo que el Turismo Comunitario puede contribuir a “empoderar” a las comunidades. Pero eso no es lo mismo que decir que permanecerán estáticas en el tiempo… Es más, el turismo es una práctica de mercado casi siempre nueva para las comunidades, que entre otras cosas puede generar o exacerbar disensiones y conflictos dentro del grupo. Una vez más, es necesario actuar bajo parámetros de sostenibilidad y equidad, también a nivel interno.
¿Cómo interpreta el creciente interés en esta modalidad de turismo?
Hay que mencionar muchos factores para intentar analizar lo que está pasando: por un lado, pienso que hay un deseo del todo legítimo por parte de las comunidades de reivindicar su papel protagonista en la gestión de una actividad (el turismo) que en cualquier caso está llegando a sus territorios y que puede tener impactos tanto positivos como negativos sobre los mismos. Por otro lado, si hay un interés que además podemos llamar creciente, es porque el Turismo Comunitario representa muchas de las tendencias que hoy en día está experimentando la demanda, que busca experiencias vivenciales y “auténticas”, en entornos naturales bien conservados y con un fuerte componente cultural.
¿Cree que las expectativas cifradas son justificadas?
El hecho es que, precisamente, esas expectativas están muy a menudo “estimadas” en términos positivos, optimistas, pero no realmente “cifradas” porque son escasos los estudios de mercado específicos que permitan aportar datos sobre cómo evolucionará este nicho. Hay que ser cautos en este sentido, pues los proyectos de turismo generan fuertes expectativas, e inversiones de todo tipo dentro de las comunidades. Dicho esto, creo que es una realidad afirmar que una proporción considerable de la demanda turística se mueve cada vez más por motivaciones experienciales y criterios de sostenibilidad.
¿Cuál interpreta que es la intención de la cooperación internacional al invertir en Latinoamérica fomentando el TRC?
Parto de que la intención es contribuir al desarrollo sostenible a través del turismo. Evidentemente, hay muchos tipos de proyectos, muchas cooperaciones, mucho que decir sobre el concepto mismo de desarrollo y las consecuencias que, como intervenciones externas que son, estos proyectos pueden tener. Creo que el hecho de que la génesis de estas intervenciones sea desde abajo, que se piensen desde el largo plazo y que la lógica de mercado no sea la que prime –y que todo esto vaya más allá de un vocabulario, una retórica– es lo fundamental.
Si analizamos los principales actores que intervienen en el Turismo Comunitario: comunidad, poder público (a partir del impulso y promoción) y sector privado (tour operadores). ¿Quién cree usted que es el más beneficiado con su desarrollo?
Nunca he pensado en el tipo de sinergias que menciona en términos de “quién se beneficia más”… Creo que para que las cosas funcionen, todos tienen que sentir que ganan algo por aquello que ofrecen, aunque sin duda pienso que al hablar de turismo comunitario las protagonistas deben ser las comunidades. Un actor fundamental que no menciona son los propios turistas. En cualquier caso, puesto que considero que el Turismo Comunitario funciona en gran medida como intercambio en el sentido profundo de la palabra, si hubiera desequilibrios grandes en los beneficios que ofrece cada parte, no habría Turismo Comunitario.
¿Existen experiencias de Turismo Comunitario en Chile? ¿En qué medida y grado de desarrollo?
Sí las hay, aunque son incipientes por lo general. La Ecored Lickan Antay, en San Pedro de Atacama, o las experiencias mapuche de Trekaleyin, Lago Budi, son algunas de las que más camino andado llevan. Varias más están surgiendo con fuerza, por ejemplo la de la comunidad pewenche de Quinquén, y otras más que pudimos conocer en el pasado Encuentro Nacional de Turismo Comunitario.
¿Cree que se puede mejorar la gestión del Turismo Comunitario en Chile? ¿En que aspectos?
Sin duda puede mejorar, y hay plena conciencia de ello y ganas de que así sea, como también vimos en el Encuentro. Que las diversas iniciativas estén menos atomizadas, que hagan esfuerzos de promoción y comercialización de forma conjunta, es uno de los aspectos estructurales que se pretende abordar.
¿El sustrato comunitario lo constituyen poblaciones campesinas o pueblos originarios? Si es este último caso, ¿de qué pueblos se trata?
Lo que estamos viendo hasta ahora es que las personas interesadas en implicarse en proyectos de Turismo Comunitario pertenecen también, mayoritariamente, a pueblos originarios. Sobre todo mapuche, aymará y atacameños. Pero también personas que no son parte de estos pueblos y que viven en entornos rurales, e incluso, como le comentaba antes, que se están organizando comunitariamente en contextos urbanos.
Ernest Cañada interpreta que el Turismo Comunitario debe orientarse al mercado interno, ¿cuál es su reflexión al respecto?
El trabajo de Ernest Cañada siempre ha sido para mí una referencia. Coincido con él en que la estrategia de orientar el Turismo Comunitario a un público de altos ingresos no es la adecuada, pues necesita de unas infraestructuras y “estándares de calidad” que están muy lejos, actualmente, de lo que las iniciativas de Turismo Comunitario pueden ofrecer, y que cabe preguntarse si sería bueno desarrollar, ya que muchas veces supondrían una brecha respecto a las condiciones de vida de los habitantes de la comunidad. También es cierto que, si este nicho procede de mercados internacionales, precio e impacto ambiental pueden aumentar.
Para el caso chileno, el mercado interno tiene que ser, de hecho, la apuesta más fuerte. Sin embargo, no hay que perder de vista el flujo de turistas internacionales que llegan al país y lo recorren prácticamente de un extremo al otro, en busca de sus destinos más emblemáticos. El objetivo de Travolution, con el que coincido plenamente, es vincular estos destinos a los emprendimientos comunitarios que existen en esas zonas, de manera que turistas nacionales o extranjeros tengan una experiencia de viaje más completa, a la vez que dejan allí parte de sus recursos.
¿Cree que la producción científica tiene alguna incidencia real en el desarrollo de los proyectos comunitarios?
Espero que sí, aunque es sabido que los tiempos a menudo están desacompasados. En Travolution tenemos un área de investigación orientada, sobre todo, a unir temas de interés académico y científico con lo que pasa en terreno, las necesidades que hay allí. En el Encuentro Nacional participaron activamente la Universidad Andrés Bello y la Católica de Villarrica, pues se trataba de que hubiera un diálogo, un acercamiento real. Actualmente seguimos viendo líneas de colaboración con ellos y otras instituciones académicas.
¿Considera que la universidad, en los casos que conoce, se vincula con la comunidad y esta recibe los beneficios, por ejemplo en capacitación? ¿Existen posibilidades de mejora en el feed back?
Conozco algunas iniciativas de formación (en ecoguías, por ejemplo) que han funcionado bien. También casos de tesistas que han contribuido a identificar rutas y han hecho trabajos comprometidos y de calidad. El desafío es sistematizar necesidades y posibilidades de satisfacerlas, para poder unir ambas partes de la manera más eficaz posible, sin duplicidades ni solapamientos. La creación de la Red de Turismo Comunitario en la que estamos trabajando apunta en esta línea.
¿El turismo rural, puede contribuir a que las mujeres incrementen su conciencia de genero? ¿Es beneficiosa esta modalidad o es otra forma de agregarles carga laboral?
Bueno, creo que el reto es sobre todo que hombres y mujeres reconozcan el valor –en todos los sentidos– del trabajo de las mujeres, cuando es remunerado y cuando no lo es, y que las mujeres encuentren espacios donde reivindicar ese valor, sin constricciones que a menudo vienen desde casa. En este sentido, las mujeres pueden lograr “empoderarse” a través del turismo, pero, como para todo, depende de cómo estén diseñados los proyectos y de que haya buenos profesionales implicados, que incorporen explícitamente una visión de género.
¿Qué la impulsó a involucrarse en la organización de un Encuentro como este?
Su objetivo de hacer dialogar a las partes, en un encuentro en el sentido amplio de la palabra, donde la visión de la academia y las instituciones estaba al servicio de las comunidades, y no al revés. Ya conocía a Travolution y me identificaba con su misión y su forma de trabajar, y también estuve en la reunión en la que se gestó todo, con una iniciativa y un protagonismo muy grandes por parte del Centro Cultural Mapuche Rayen Wekeche, que tiene sede en Elicura (donde se celebró el Encuentro) y que fueron co-organizadores, con Travolution. Mi labor como coordinadora del programa me dio la oportunidad de afrontar de la mano de las comunidades el reto de trabajar por el avance de un turismo comunitario y sostenible en Chile. También me motivó el que el Encuentro nunca se viera sólo como algo puntual, que crea expectativas y luego no tiene seguimiento, sino como una iniciativa con proyección y continuidad. Ahora, las siguientes acciones pasan por la celebración de un segundo Encuentro, y por compartir aprendizajes y experiencias con otros países. En este sentido, poder colaborar con iniciativas de Turismo Comunitario en Argentina sería muy positivo, y esperamos que así ocurra próximamente.
Notas:
[1] RUIZ BALLESTEROS, Esteban; CANTERO MARTÍN, Pedro A. “Entre Darwin, la baronesa y el cucuve. El desarrollo del turismo de base local en Floreana (Galápagos)”. En PRATS, Llorenç; SANTANA, Agustín. Turismo y patrimonio. Entramados narrativos. Tenerife: Asociación Canaria de Antropología y PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, Colección PASOS Edita, nº5, p. 63-77.
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