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Movilización por un Turismo Responsable
Martes, 22 de Mayo de 2012 17:22

Ernest Cañada (Alba Sud)

El concepto de turismo responsable va ganando peso en el debate turístico. Sin embargo existen diferencias destacadas en cuanto a su significado. Estas divergencias han puesto en evidencia que aún es una propuesta en construcción, objeto de disputa entre diferentes intereses y sobre cómo generar cambios en este sector. Hoy bajo la etiqueta turismo responsable se nombran e imaginan cosas distintas.

En 2002, en el marco de los actos paralelos a la Cumbre Mundial para el Desarrollo Sostenible celebrada en Johannesburgo, Sudáfrica, The Responsible Tourism Partnership y Turismo de El Cabo Occidental, presididas respectivamente por Harold Goodwin y Mike Fabricius, organizaron una Conferencia que dio lugar a la Declaración de Ciudad del Cabo. En ella se definió el turismo responsable como aquel que minimiza los impactos negativos del turismo a nivel medioambiental, social y cultural; genera mayores beneficios económicos para las comunidades anfitrionas y contribuye a su bienestar; involucra a la población local en las decisiones que afectan a sus opciones de vida; contribuye positivamente a la conservación del patrimonio natural y cultural, y al mantenimiento de la biodiversidad; ofrece a los turistas experiencias más gratas, a través de relaciones significativas con elementos del entorno local; es accesible para las personas con limitaciones físicas; presta atención a los aspectos culturales y promueve el respeto entre turistas y anfitriones. Esta concepción se centraba fundamentalmente en las características de un determinado destino turístico.


El año 2005 en un libro que escribimos con Jordi Gascón, Viajar a todo tren (Icaria, Barcelona), insatisfechos con el uso que se estaba haciendo de nuevos conceptos que a priori podían ayudarnos a orientar la transformación de la actividad turística, definimos el turismo responsable como un movimiento social a favor de la sostenibilidad turística. El marco de preocupación no estaba situado tanto en el horizonte, para lo cual ya nos servía el concepto de turismo sostenible, si no en cómo llegar hasta ahí, entendiendo que ello no era meramente un problema técnico de organización de la actividad turística, y que al mismo tiempo desconfiaba de la capacidad de autorregulación voluntaria de los distintos actores implicados. De este modo, el turismo responsable como movimiento tendría tres grandes ámbitos de actuación. Por un lado, denunciar los impactos negativos que el turismo conlleva o puede suponer en las sociedades anfitrionas y el medioambiente, e implicarse en el acompañamiento y solidaridad con los colectivos afectados. Por otro, establecer modelos de desarrollo turístico sostenibles y específicos para cada zona de destino. Y en tercer lugar, valorar y reclamar la responsabilidad de todos los agentes que participan en el proceso turístico (viajeros, anfitriones, tour-operadores e instituciones públicas) a la hora de favorecer modelos turísticos sostenibles poniendo énfasis en los deseables y prioritarios beneficios para las comunidades anfitrionas.

En esta perspectiva se reconocen de manera especial las estructuras de desigualdad y las relaciones de poder en las que se inserta la actividad turística y su contribución potencial en la reproducción de dichas dinámicas. También adquiere una especial importancia la identificación del conflicto social derivado de la actividad turística. Como cualquier otro sector, el turismo se convierte en un espacio de disputa entre sectores o grupos sociales con intereses distintos y muy a menudo contradictorios. A pesar del consenso y la imagen favorable que ha logrado imponer la industria turística y sus lobbies de presión, a lo largo de todo el ciclo de vida de los destinos turísticos aparecen múltiples impactos negativos que en determinadas circunstancias derivan en expresiones de malestar y conflictividad más o menos abierta. Los conflictos aparecen entonces como señales de ruptura del consenso entorno al modelo turístico dominante. La forma en que se van planteando y resolviendo contribuye también a moldear las características y evolución de los espacios turísticos.

Esta perspectiva en la forma de entender el turismo responsable fue adoptada y profundizada por el Foro de Turismo Responsable, una plataforma constituida por ocho ONG del Estado español (Acción por un Turismo Responsable, ACSUR Las Segovias, Alba Sud, Alternativas, Biadaieiko, ICID, Sodepaz, Zubiak Eginez). Actualmente esta estructura constituye el principal espacio de confluencia y articulación del sector de ONGD en relación al turismo en el ámbito español.

En los últimos años las necesidades del sector empresarial por encontrar nuevos nichos de mercado que permitan una mayor diferenciación y la generación de “experiencias vivenciales”, han reforzado una concepción del turismo responsable sustancialmente reducida a una forma de viajar a determinados destinos y, por tanto, como un producto comercializable más. Así, por ejemplo, el año 2006, la Organización Mundial del Turismo (OMT) y World Travel Market (WTM) crearon el Día Internacional del Turismo Responsable a celebrarse cada año en Londres durante la celebración de esa feria turística. Este reconocimiento era la constatación que las empresas habían iniciado un camino no solo para ejercer la solidaridad con los destinos, sino a hacer de ello un valor de mercado(Hosteltur, 26/11/2006).

Bajo esta perspectiva, el paso siguiente ha sido tratar de brindar garantías a la potencial clientela de un consumo turístico con ciertas características. Y esto hace necesario el concurso de todo tipo de expertos en marketing social y promoción que pueden traducir en términos comerciales este tipo de inquietudes o preocupaciones. De este modo, cada vez más nos encontramos con la comercialización de ciertos productos a los que se les brinda un especial sentido de responsabilidad o propósito. Este tipo de operaciones reduce y empobrece el potencial de cambio que podría aportar una visión más amplia del turismo responsable. La pregunta que a uno le viene inmediatamente a la mente es si era necesario tanto esfuerzo conceptual para llegar a esto, y si no estaremos ante una operación más de conversión en etiquetas comerciales de ideas originalmente potentes edulcoradas para un consumo más o menos masivo, como ha ocurrido con “lo verde” o “lo justo”. Visto así el turismo responsable tendría un escaso potencial de vuelo.

Desde nuestra perspectiva el turismo responsable es una apuesta, una invitación a la movilización social para que el turismo pueda ser efectivamente distinto y tenga otro papel al de la lógica dominante. Es una invitación a intervenir en el conjunto de la actividad turística y no únicamente en productos y actividades con unas características especiales. Su campo de acción es extremadamente amplio y se ocupa de todo aquello que interviene en la relación entre turismo y sociedad. Por supuesto se preocupa de la operación turística y de cómo comercializar productos turísticos en los que predominen unos impactos y no otros. Pero no se trata únicamente de eso, y ahí se encuentra precisamente el potencial que puede convertir al turismo responsable en un factor clave para la transformación del sector turístico.

El turismo responsable tiene que ver entonces con la lucha de las comunidades costeras de Costa Rica cuando exigen la aprobación de una Ley de Territorios Costeros Comunitarios que dé seguridad a los pobladores locales, ya sean pescadores o pequeñas iniciativas turísticas de capital local. Turismo responsable es también la acción de los vecinos del barrio barcelonés de la Barceloneta cuando cuelgan en los balcones de sus casas pancartas pintadas a mano con el lema “tourists go home”, hartos del incremento de precios y la especulación provocados por el turismo, que hace su vida cada vez más difícil. Son los sindicalistas argentinos que luchan por un trabajo decente y logran imponen a la patronal unas determinadas condiciones laborales. O los manifestantes que llegados de diversas partes del mundo en diciembre de 2009 ocuparon las calles de Copenhague en las actividades paralelas a la fracasada Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático exigiendo, entre otras cosas, una regulación vinculante que pusiera fin a los tratos de favor a la industria aérea para que su responsabilidad mayor en la destrucción climática no siguiera quedando impune. Turismo responsable son los esfuerzos de poblaciones rurales organizadas colectivamente, como la Finca de los Hermanos Cerrato en Estelí, Nicaragua, o el Bosque de Cinquera en El Salvador, por desarrollar nuevas vías de diversificación y complementariedad en sus economías agrarias. Son los pequeños hoteles y restaurantes que tratan de llegar a fin de mes soportando la competencia del “todo incluido” de las cadenas transnacionales. Turismo responsable es igualmente el compromiso de las profesoras y estudiantes de la UNAN Managua por apoyar a las comunidades rurales a apropiarse de sus territorios y recursos para poder llevar una actividad turística bajo su control. 

El turismo responsable, en definitiva, no puede ser un producto turístico más, ni mucho menos algo que podamos certificar y comercializar, tan solo consiste en una invitación a la acción social, al compromiso colectivo por incidir y transformar el sector turístico. No sabemos si turismo responsable será finalmente un concepto útil para identificar un movimiento, o si sucumbirá bajo las presiones de la segmentación de mercados y creación de nuevos productos, pero en cualquier caso, la construcción de un movimiento con voluntad de incidencia global en la actividad turística seguirá presente. Veamos entonces el turismo responsable como una apuesta, y en la que queda mucho por hacer.


Artículo escrito para el prólogo al estudio “El turismo responsable en Navarra” (Pamplona, 2012), elaborado por Alter Nativas, colectivo miembro del Foro de Turismo Responsable.

 

 

 
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