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El turismo de ficción
Martes, 08 de Noviembre de 2011 18:44

Antonio Aledo (Albasud)

A partir del caso fallido del proyecto turístico-residencial Lagoa Do Coelho Resort, en Brasil, de una inmobiliaria española, Antonio Aledo analiza este tipo de fenómenos a la luz del concepto de “turismo de ficción”, producto de un nuevo tipo de capitalismo que caracteriza nuestra época.

Lagoa do Coelhoes un humedal situado a unos 80 Km. de Natal, capital del estado de Rio Grande do Norte, Brasil. Es una laguna apartada, solitaria, separada del mar por una extensión de dunas y sin infraestructura turística ni urbanística cercana. En este alejado lugar, un empresario español tuvo el sueño de construir uno de los mayores resorts turísticos de Brasil con varias decenas de miles de lujosas viviendas, hoteles de cinco estrellas, campos de golf, campos de fútbol, centros comerciales, etc. Diseñó todo lo necesario para satisfacer los sueños neomaterialistas de miles de futuros compradores europeos, que encontrarían en Lagoa do Coelho el lugar perfecto para descansar en el periodo vacacional, residir durante su bien ganada y asegurada jubilación o, muy especialmente, invertir en una apuesta inmobiliaria segura y altamente rentable, tal y como prometía el proyecto.



A través del Internet los futuros compradores e inversores podían verla realidad de su proyecto. Estaba allí, tan cerca, en la pantalla de su ordenador, levantado por un programa informático que mostraba un paraíso, hermoso, seguro, y aceptablemente exótico en primera línea de playa en donde satisfarían sus sueños de felicidad inmediata otorgados por una extraordinaria calidad de vida o, mejor aún, en donde invertir para conseguir un alto y rápido rendimiento. El proyecto se presentó en las principales ferias turísticas e inmobiliarias del mundo. Era el año 2006, año en el que la burbuja inmobiliaria internacional alcanzó su altitud máxima, y en el que cualquier proyecto inmobiliario parecía tener el éxito asegurado.

Dos años más tarde, en 2008, el proyecto supuso un fracaso total. La empresa no había construido ningún hotel, ninguna casa, nada. Las viviendas que se mostraban en la realidad virtual de Internet habían desaparecido de la otra realidad. El promotor dio con sus huesos en la cárcel por estafa y los inversores se tuvieron que asociar para intentar recuperar el dinero que habían adelantado al promotor para que construyeran su soñada inversión.

¿Qué es lo que ocurrió para que cientos de personas creyeran en promesas virtuales? ¿Qué capacidad de convicción tuvo el promotor para ilusionar a los propios representantes del gobierno de Rio Grande do Norte, jefes de una burocracia que iba a denegar, poco más tarde, los permisos necesarios para llevar a cabo este megaproyecto turístico residencial? ¿Cómo fue posible que cientos de inversores apostaran por una realidad virtual a 6.000 km de España cuando la otra realidad era un humedal rodeado de dunas y con un mar distante, oscuro y siempre ventoso? ¿Todo fue una estafa, un engaño, o Lagoa de Coelho representa algo más? ¿Un ejemplo de l'air du temps que nos ha tocado vivir?

A nuestro entender el caso de Lagoa de Coelho es una expresión de lo que podríamos denominar turismo de ficción. Vicente Verdú en su libro El estilo del mundo. La vida en el capitalismo de ficción (Anagrama, 2003) apunta que estamos ante un nuevo capitalismo, el capitalismo de ficciónque supone una nueva etapa tras el capitalismo de producción y el capitalismo de consumo, característicos respectivamente de la primera y segunda mitades del siglo pasado. Siguiendo a Verdú podemos afirmar que como parte fundamental del capitalismo de ficción aparece el turismo de ficción, un turismo que no vende productos, ni destinos, ni consumos de los mismos, sino una realidad ficcional con la que se puede negociar, especular, hacerse rico rápidamente sin la necesidad de que existan unas estructuras materiales para sostenerlas física o financieramente.

El capitalismo de ficción se fundamenta en la producción de realidades virtuales que se negocian en el mercado global. El capitalismo de ficción crea estilo, entretiene, aterroriza y encubre. Y eso es lo que vende, esas son sus funciones en el proceso de reproducción del actual capitalismo neoliberal global, completamente deslocalizado, desterritorializado y descontextualizado.

El turismo de ficción participa de esas cualidades de producción de realidad. Ha encontrado en el Nuevo Turismo Residencial una nueva fórmula turístico-inmobiliaria, la fórmula capaz de reproducirse en cualquier lugar del mundo, el mismo resort residencial, ya sea el Caribe, el Mediterráneo o el Océano Índico. El turismo de ficción ha hallado en una ciudadanía global de alto standing su nicho de mercado, a la que se unieron miles de inversores con una fe absoluta en que las burbujas no estallan sino que se elevan en un continuo e imparable ascenso. En el turismo de ficción la residencia deja de ser el centro de reproducción para convertirse en el foco del hiperconsumo de la sociedad global neoliberal. El resort residencial ofrece todos los servicios, hasta sustituir las funciones del Estado: seguridad, salud, educación, cuidados asistenciales, etc. En el resort residencial desaparece el espacio público en aras de una hiperprivatización del territorio. El turismo de ficción se vende como la posibilidad de que, a su vez, el comprador venda con inusitada rapidez un paraíso seguro en medio de un entorno amenazador y peligroso. Pero el turismo de ficción, en su papel de reproductor del sistema, también encubre realidades menos satisfactorias. La primera, la realidad social del contexto en donde se levanta el proyecto que, a la vez que oculta los costes socio-ambientales del turismo residencial, excluye a los otros, a los nativos o a aquéllos que no pueden acceder por no poder pagar. La segunda realidad amenazante que encubre, son los riesgos financieros del proyecto. El turismo de ficción vende sueños, oportunidades de inversión, en una atmósfera global de especulación. Y, en última instancia, el turismo de ficción ni vende ni pretende vender turismo; vende especulación y oculta, sabia y sagazmente, que esta actividad es enormemente arriesgada. No hay que olvidar que el turismo de ficción se alimenta de capitales financieros internacionales que a su vez son resultado de maquinaciones especulativas bursátiles y financieras. El turismo de ficción ha incorporado las maneras, el estilo de la especulación financiera y ha hecho de la especulación, de la intangibilidad inmobiliaria, de la fragilidad de la burbuja, su objeto de ser. Así, del turismo se pasó a la residencia y del inmueble a la especulación. Se especuló con una realidad ficcional; no con una segunda residencia, sino con la expectativa de ganancia al dar al inmueble comprado un valor de cambio y no de uso.

Porque el turismo de ficción también se alimentó de las ansias de riqueza, de la codicia de todos los actores que creyeron que era posible vender sueños mientras hubiese otro soñador que comprara esa realidad virtual. No importaba que no existiera el resort de Lagoa de Coelho; lo importante era la existencia de otro comprador que creyese en la posibilidad de especular con esa residencia virtual.

Los sueños pueden convertirse en pesadillas. El promotor ha sido encarcelado. Los inversores continúan peleando en los tribunales intentando recuperar su inversión. Pero Lagoa de Coelho no fue ni es un caso excepcional. La asombrosa salida de la crisis que se propone por parte de las elites económicas, un más de lo mismo pero mucho más intenso y, probablemente, más cruel, pretende que de nuevo se activen los proyectos en standby para ser desarrollados, que suban de precio las  tierras que fueron adquiridas a lo largo de toda la geografía del turismo durante el periodo 2002-2007 y que se vendan las cientos de miles de residencias turísticas que fueron construidas y con las que se quiere de nuevo especular. Todo está dispuesto para un nuevo desarrollo del turismo de ficción.

 
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